Por Miguel Torán, CEO Professional Answer

 

Estoy un poco alterado, lo confieso, y no solo por lo que tenemos que ver y vivir cada día**. He leído estos días en redes sociales artículos destinados a empresarios y financieros con consejos de cómo afrontar la crisis económica que se nos avecina. Si bien me ha encantado que todos coincidan en que el secreto para salir de esto es conservar la suficiente liquidez, alguna de las fórmulas propuestas me han preocupado en exceso. Podría hablarles de varias de ellas, pero la que más me ha preocupado leer son las de varios autores que proponen retrasar o cancelar el pago a proveedores no estratégicos. ¡Qué salvajada! Y voy a intentar demostrar mi opinión con conceptos muy básicos, perdónenme de antemano.

En los años que tuve la suerte de dar clases en la universidad (2004-2007), empezaba mi primer día de clase explicando una de mis teorías sobre la sensación de bienestar económico, que consiste en la formula.

 

Bienestar Económico = Dinero existente * Velocidad con la que se mueve

 

Y explicaba y matizaba mi fórmula así:

 

    • Aparentemente, para mejorar el resultado lo fácil sería emitir moneda. Pero si el dinero emitido no responde a los bienes que tiene la sociedad que lo emite se crea inflación. Me explicaba con un ejemplo muy sencillo. Si los bienes de una sociedad son 1000 naranjas y tenemos 1000 euros, cada naranja por la ley de la oferta y la demanda, costará un euro. Si emitimos 1000 euros más, cada naranja costará dos por ese mismo efecto de la oferta y la demanda. Aparte de la inflación, tendremos una devaluación de la moneda ya que los extranjeros no estarán dispuestos a pagar 2 euros por nuestras naranjas, y no las comprarán hasta que el euro les cueste la mitad; y menos estarán dispuestos a que les devolvamos lo que nos han dejado si con lo que les devolvemos pueden comprar solo la mitad. Solo vale en condiciones normales emitir dinero (o pedirlo) para producir más, no para comprar más.
    • En las crisis el dinero no desaparece; se inmoviliza. Y este es el gran problema. Les explicaba esto con un chiste, que hoy cambio por un relato porque los chistes que se contaban en esos momentos, en esta época de tantas sensibilidades ya no se pueden contar: “En un pequeño pueblo se va a celebrar una feria de maquinaria agrícola, por lo que el dueño de una de las firmas que vende tractores, Antonio, reserva 10 habitaciones y le paga a Luis, el dueño del hotel 500 euros. Luis que llevaba tiempo en crisis piensa: ¡qué bien!, ¡Y estos comen carne de la buena!… pero le debo 500 euros al carnicero. Entonces llama al carnicero y le propone un acuerdo: Manolo, te compro 250 euros de carne y te pago 250 euros de lo que te debo. Acuerdo hecho, Manolo encantado. Pero Manolo tiene pocas existencias porque también está en crisis y además le debe 500 euros al ganadero; decide llamarle y le propone lo mismo: Paco, te compro 250 euros de carne y te pago 250 euros de lo que te debo. Paco encantado ya que apenas le queda heno y le debe 500 euros al agricultor, por lo que acuerda con él (Ambrosio) comprarle 1000 kilos de Heno por 250 € y pagarle 250 € de la deuda. Ambrosio está encantado porque le sobraba heno y como no le debe dinero a nadie piensa: ¡Qué bien! Y mañana es la Feria de Maquinaria Agrícola. ¡Ya tengo los 500 euros que necesitaba para la entrada de un tractor!”.

Fíjense la alegría de todos los partícipes de esta historia. El Dinero está en el bolsillo de Antonio de donde salió 24 horas antes, pero Luis, Manolo, Paco, Ambrosio y el propio Antonio han vendido con un margen que les va a asegurar parte del pago de sus salarios, han comprado existencias y pagado la mitad de sus deudas. Con el mismo dinero. Este es el efecto velocidad.

Ahora, si volvemos al principio y según esas teorías que he leído que proponen no pagar a proveedores estratégicos, Antonio decide no pagar a Luis porque no es estratégico (no le vende piezas para fabricar tractores), Luis no pagará a Manolo, ni Manolo a Paco ni Paco a Ambrosio que, por tanto. no podrá comprar nada a Luis. No tendrán margen para pagar a trabajadores, conservarán una gran deuda, no tendrán existencias y se odiarán entre ellos por su morosidad, la culpable de sus males. Dejar de pagar a proveedores es cargarnos indirectamente a nuestros propios clientes, aparte de obstaculizar el sistema que ahora hace funcionar nuestro mundo (nos guste o no).

La velocidad de movimiento del dinero es básica en el sistema. Los países con gran bienestar son los que mueven el dinero rápidamente, no los que más dinero tienen (si tienen mejor, pero no es imprescindible). Siempre les comentaba a mis alumnos que el gran problema de España y en general de los países latinos es la lentitud con la que pagamos, que hace que tengamos que usar gran parte de nuestro dinero o financiación para financiar circulante, no para financiar nuevas inversiones o I+D para crear más y mejor tejido productivo (que es la que conllevaría la emisión de más dinero del bueno). Curiosamente además, cuanto más se mueva el dinero más impuestos recaudará el Estado, que entonces podrá bajarlos recaudando lo mismo y con más dinero disponible (no emitido) en poder de empresas y personas, que aparte de causar una mejor sensación de bienestar y seguridad, aumentaría el comercio y la inversión (de forma geométrica, no lineal).

Y es que cuando el multiplicador dinero o el multiplicador velocidad se desmoronan, la crisis está servida. Tenemos un ejemplo pasado y un ejemplo futuro para demostrarlo:

Como ejemplo pasado la crisis de 2008, que se generó básicamente porque se emitió grandes cantidades de dinero para reactivar la economía y se colocó en el mercado a bajo coste y accesible para todas las personas, incluso las que no tenían capacidad de devolución. Se creó una sensación de Bienestar económico ficticio (burbuja) que provocó una gran inflación continuada, (en España afectó sobre todo al mercado inmobiliario), pero se seguía dando más y más dinero hasta que la oferta sobrepasó la demanda, y los ofertantes no cubrían ya los altísimos costes del nuevo sistema productivo que, en consecuencia, se vino abajo y arrastró a los que están detrás del sistema: las personas. Luego pasó lo que ya sabemos: este sistema que tenemos, controlado por gente tan, tan lista, intentó quitarse el problema convirtiendo la deuda incobrable en nuevas figuras de inversión que se acabó de cargar al otro sector de la sociedad que eran las personas más ahorradoras. Para que luego digan que los malos no son listos, aunque en este caso hasta reventaron muchos de ellos.

El ejemplo futuro (ya es presente), va a ser la crisis de 2020, la Coronacrisis. El causante va a ser el contrario: no es el dinero, es la velocidad con la que se va a mover. Y no es solo por miedo, es porque lo que está pasando es una parada en toda regla de la producción, que hace que las empresas no trabajen, no vendan y por tanto no tengan margen para pagar sus costes, que al final del ciclo, como siempre, son las personas. Aquí solo queda una solución (EUROPA ENTÉRATE!)*: hay que emitir dinero para equilibrar la fórmula (Bienestar Económico = Dinero existente * Velocidad con la que se mueve). El multiplicador Velocidad va a caer porque directamente no va a haber dinero que mover, y por tanto lo que habrá que aumentar es el multiplicador dinero para que el resultado de la formula siga igual.

Eso sí, con 2 condiciones. Que sea dinero emitido sea gratis para no penalizar el proceso de recuperación y que sea devuelto proporcionalmente a la recuperación de la actividad para no crear otra futura burbuja.

* ¡EUROPA ENTÉRATE! A día de hoy justifican su no actuación con la continua inacción de nuestros gestores gubernamentales ya que nunca cumplen sus compromisos (lo que es verdad) , y los más críticos argumentan que son unos inútiles (para que discutir…Les damos toda la razón). Pero estamos ante una crisis de las personas, de la sociedad en la que vivimos y su deber es protegerlas. Y si no lo hacen, habrán herido de muerte el concepto Europa, ¡para siempre!

** Me preocupa la crisis que viene, pero lo que me hace llorar cada día son las miles de familias que están perdiendo a sus seres queridos sin poder despedirlos. Aún con lágrimas, trabajo con la esperanza de poder aportar mi granito de arena para que otros miles de familias sufran menos en el futuro. Tras médicos y enfermeras y tantos profesionales que se están dejando la piel ahora, llegará el turno de los que en menor o mayor medida pueden/podemos tomar decisiones para mejorar la economía. Hay que estar preparados»

 
 

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